El Nobel reivindica la investigación sobre el transporte celular

Este año, el premio Nobel de Fisiología o Medicina fue otorgado a James E. Rothman, Randy W. Schekman y Thomas C. Südhof por su investigación sobre la maquinaria celular que regula el transporte de vesículas, uno de los principales sistemas de transporte que utilizan nuestras células.

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Las células son pequeñas factorías de moléculas. A partir de las instrucciones codificadas en el ADN, sintetizan proteínas que deben ser transportadas desde el lugar donde han sido producidas hasta el lugar en el que realizarán su función, en otro compartimento celular o en el exterior de la célula. Por ejemplo, nuestras neuronas se comunican mediante neurotransmisores, liberados en las sinapsis, y la insulina, producida por determinadas células del páncreas, debe ser secretada a la sangre para poder participar en el control del metabolismo tras la ingesta de alimentos.

James Rothman y Randy Schekman, dos de los galardonados | Fuente: Wikimedia Commons

Para que procesos como éstos puedan llevarse a cabo es necesario un sistema organizado de transporte celular. Este año, el premio Nobel de Fisiología o Medicina fue otorgado a James E. Rothman (de la Universidad de Yale), Randy W. Schekman (de la Universidad de California en Berkeley) y Thomas C. Südhof (de la Universidad de Stanford) por su investigación sobre la maquinaria celular que regula el transporte de vesículas, uno de los principales sistemas de transporte que utilizan nuestras células. Una especie de correo postal, en el que los paquetes son unas pequeñas estructuras (las vesículas) rodeadas de una membrana de lípidos, que se fusiona con la membrana del compartimiento en el que han de entregar su carga molecular.

Schekman descubrió un conjunto de genes necesarios para este transporte. Rothman describió la maquinaria proteica que permite que las vesículas se fusionen con sus dianas para que se transfiera la carga. Y Südhof reveló como determinadas señales instruyen las vesículas para liberar su carga con precisión.

A finales de los setenta, cuando Schekman y Rothman comenzaron su investigación, la ciencia había identificado el papel de las vesículas en el transporte celular, pero no se conocían los mecanismos implicados en su formación, como estas reconocían su destino y cómo se producía la fusión con la membrana de destino. En el laboratorio del primero, gracias a las herramientas de la genética, pudieron caracterizar una serie de mutantes de la levadura con defectos en el transporte celular que les permitieron identificar una veintena de genes responsables de este proceso. En el del segundo, con las de la bioquímica, pudieron purificar varias de las proteínas implicadas en la fusión vesicular. Südhof, por su parte, demostró como la fusión de las vesículas que contienen neurotransmisores, con la membrana sináptica, se produce gracias a una señal de calcio.

Una vez más el Nobel de este año pone de manifiesto la importancia de la investigación básica en la biomedicina. Como afirmaba esta semana en la revista Nature Hidde Ploegh, inmunólogo del Instituto Whitehead de Cambridge, Massachusetts, “se reconoce así un descubrimiento fundamental que se hizo sin ninguna necesidad urgente de resolver un problema de salud.”

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Artículo publicado en el diario digital 50×7.com