Música en el quirófano: un concierto benéfico
Casi tres de cada cuatro operaciones quirúrgicas se realizan con música. Estos son los beneficios, los posibles riesgos… y las curiosidades.

Escritor y periodista científico. MD, PhD
Brahms, Mozart, Coldplay o los Beatles resuenan hoy, en este momento lo hacen, en gran parte de los quirófanos de todo el mundo. Pero lo que ahora resulta poco menos que universal no es ni mucho menos algo nuevo. A principios del siglo pasado, gracias de aquellas a los fonógrafos, ya se escuchaba música en alguna que otra sala de operaciones. Y había quienes, pioneros ellos, defendían su uso “para calmar y distraer al paciente del horror de su situación”. Eso es al menos lo que pensaba por aquel entonces Evan Kane, un cirujano norteamericano famoso por ser el primero en realizar una auto-apendicectomía, una técnica de un valor tal para la que toda ayuda se antoja poca. Su reto tenía que ver en realidad con la demostración de que la anestesia local era suficiente para dicha operación, pero hay quien piensa que la música pudo contribuir, al menos en parte, a su éxito final.
Entre los que lo piensan están varios cirujanos del Hospital Universitario de Gales, que en la edición navideña —y particularmente distendida— de la revista British Medical Journal han publicado un artículo sobre la música en los quirófanos. Sobre cuánto se usa, sobre qué estilos se escuchan, quién la decide, cómo influye en los pacientes, en el equipo… y en la propia operación.
Y hay datos que parecen bastante claros. Las técnicas de anestesia poco tienen que ver con las de tiempos de Kane, pero aproximadamente tres cuartas partes de las cirugías se hacen con música; y sí, parecen beneficiar a los pacientes. Entre las evidencias están, por ejemplo, un amplio estudio según el cual una música relajante (con un ritmo semejante al del latido del corazón) antes de la cirugía puede ser más eficaz como ansiolítico que el midazolam, uno de los tranquilizantes más empleados. Pero sobre todo un compendio de más de 80 trabajos según el cual este efecto tiene lugar no solo antes, sino también durante (cuando la anestesia es local) y después de la operación. Un compendio cuya conclusión es que “su uso, teniendo en cuenta el escaso coste que supone, puede estar justificado”. Desde su experiencia particular así lo corrobora Marcos Gutiérrez, cirujano plástico en el Hospital Universitario de Oviedo: “en los años que llevo operando, ningún paciente ha pedido que quitáramos la música”, afirma. Más bien todo lo contrario, ya que “si hablan de ella es para decir que les gusta o que les ayuda, que parece que su presencia quita hierro a la situación».
Gutiérrez, que cursó hasta octavo de piano, cumple muchas de las conclusiones a las que los estudios llegan. Por ejemplo, que suele ser el cirujano —como en una jerarquía extendida— quien elige la música a escuchar (…)
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Gracias… Qué bien que entres por aquí.