Déficit a toda costa

Hace falta un debate serio para lograr un entorno a calidad -o simplemente mantener el que ya tenemos- con algunas actividades económicas, como la cultural y turística, que no podemos marginar. En este sentido, la franja litoral es uno de los problemas que está al frente a la hora de valorar la posibilidad de ejecutar políticas de consenso en el territorio y de llevarlas a cabo con racionalidad y coherencia.

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Las reservas de sedimento son cada vez más escasas y las actuaciones para revertir los procesos erosivos, cada vez más costosas.

Las playas de Catalunya acumulan pérdidas de arena significativas. Este año hemos podido leer noticias como la desaparición de parte de la playa de S’Abanell a Blanes o la grave regresión de la de Gavà Mar. Estos hechos son habituales. Hasta ahora, si los temporales no eran excesivos y los daños provocados no levantaban grandes alarmas, la situación se solucionaba a las puertas del verano con actuaciones del Ministerio de turno que, de forma más o menos polémica, efectuaba las pertinentes regeneraciones de playa, aportando arena dragada del fondo del mar a los tramos del litoral más perjudicados.

Estas obras, siempre costosas y con pocas garantías, se justificaban por la importancia de las playas como principal atrayente del turismo. Pero sobre todo se consideran vitales para garantizar la protección litoral frente a futuros temporales que podrían causar daños irreversibles en las zonas más vulnerables.

La Generalitat de Catalunya presentó, en abril del 2010, un estudio redactado por el Centro Internacional de Investigación de los Recursos Costeros (CIIRC) y el Laboratorio de Ingeniería Marítima de la UPC que constata que, de media, las playas del litoral catalán pierden anualmente un metro y medio de anchura. Esta pérdida se debe a un problema de déficit sedimentario.

 

Causas del déficit

1- El encauzamiento y otras obras de regulación de ríos y rieras permiten reducir el riesgo por inundación en episodios de lluvias abundantes, pero hacen que los cursos de agua acaben aportando menos sedimento a la costa.

2- El aumento espectacular de superficies impermeabilizadas en el interior del país debido a que, en los últimos 50 años, se ha construido más en Catalunya que en todos los siglos anteriores juntos.

3- La proliferación de diques y puertos que, cada 10 kilómetros aproximadamente, salpican la costa y provocan que el sedimento que viaja de nordeste a suroeste de Catalunya por efecto de la dinámica litoral se pierda con más facilidad en aguas profundas. En especial cuando es arrastrado mar adentro por el efecto de resaca de las grandes oleadas.

4- La construcción de paseos marítimos e infraestructuras que han hecho desaparecer la práctica totalidad de los sistemas dunares que, de forma natural, permitían a la playas protegerse en casos de fuertes temporales.

Se saben los diversos factores que provocan este déficit pero todavía no se ha planteado seriamente cuál es la importancia relativa de cada uno de ellos. Todos juegan un papel importante y actúan en el mismo sentido, con consecuencias bastante evidentes. De hecho, los síntomas están claramente diagnosticados, pero todavía desconocemos el funcionamiento exacto de la ‘enfermedad’ y estamos lejos de tener una idea clara de cómo tratarla.

 

Un nuevo marco económico y político

La crisis económica y los problemas de déficit y deudas nos han hecho ver a todos que los recursos son finitos. Por este motivo hay que valorar, con mucho rigor, cuáles son los costes de oportunidad de cada una de las inversiones públicas y que, quizás, llegó la hora de plantear la renuncia a algunas playas y aceptar que no siempre la solución técnicamente más adecuada es viable.

Por otro lado retumban de fondo los tambores de la reinterpretación de la Ley de Costas que abre incógnitas sobre cuál será el papel que jugará esta franja litoral donde convergen multitud de intereses económicos y medioambientales.

No se puede demorar más el debate serio que parta de la base que ni la foto actual de nuestras playas ni su dinámica son los mismos que hace 50 años, que el modelo territorial y la actividad humana han alterado su equilibrio y que los medios de los cuales disponemos son finitos.

Ejemplo: Comarca del Maresme

Cómo podemos reaccionar

 Las restricciones del sistema que aportaba arena a las playas quedarán evidenciadas ahora que las administraciones han perdido buena parte de su capacidad inversora. Por alta parte, la titularidad estatal sobre el dominio público marítimo terrestre hace que cualquier solución propuesta des de cualquier otra administración competente, se tenga que consensuar y prever con suficiente antelación.

La ingeniería ofrece diferentes alternativas para paliar este problema, pero habrá que valorar adecuadamente todos los costes de oportunidad que impliquen en términos de impacto turístico y medioambiental. Las opciones más inmediatas son:

1- Seguir con la política de regeneraciones de playas con arenas situadas a cierta profundidad y que se encuentran fuera de la circulación de la dinámica litoral. De forma muy resumida supone inversiones constantes y la necesidad de aplicación de criterios respetuosos con las comunidades del fondo marino.

2- Apostar por la creación de más diques que fijen la arena y minimicen el impacto de los temporales. Esta es una actuación que supone inversiones iniciales más elevadas y que corre el riesgo de crear aguas estancadas que hagan perder calidad al agua de baño.

3- Recuperar los espacios naturales que pueden hacer de ‘almohada’ a la playa, especialmente sistemas de dunas con la capacidad de retener arenas.

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4- Dar por perdidos algunos tramos de playa y actuar de forma puntual en aquellos espacios que, por motivos de estrategia ambiental o económica, se consideren preferentes.

Esta lista no se puede dar por cerrada. Hay que añadir la existencia de múltiples sistemas de gestión que se pueden plantear desde la Administración o la previsible incorporación de técnicas más innovadoras en un campo de la ingeniería que, a diferencia otros -como por ejemplo las estructuras de puentes o los trenes de alta velocidad-, todavía se ejecutan de forma muy ancestral.

 

Hace falta acotar los deseos y las expectativas de muchos municipios costeros que han hecho de su franja litoral parte sustancial de su identidad y motor de su actividad económica. Será necesario que en un territorio donde inciden tantas administraciones con competencias solapadas y existen agentes con intereses muy variados se tomen este problema sin apriorismos. Esto supondría un paso adelante y que la gobernabilidad se encaminara hacia políticas de gestión integral de las zonas costeras (conocida por el acrónimo GIZC), sin la cual puede resultar imposible llegar a acuerdos que permitan remar a coro.

 

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Qué puede suponer la reforma de la ley de costas?

El pasado 1 de febrero el Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio ambiente, Miguel Arias Cañete, presentaba 66 propuestas que configuraban un tipo de programa de actuación. Entre estas, en el ámbito de Costas, se señalaba la voluntad de “hacer compatible la protección del litoral con el desarrollo de las actividades económicas y con la seguridad jurídica” junto con la “recuperación de terrenos degradados para el desarrollo de actividades económicas mediante la promoción de desafecciones de espacios de dominio público que ya no requieren una protección especial por haber perdido sus características naturales”. La combinación de estas líneas de trabajo puede abrir la puerta a expectativas de agotar, todavía un poco más, las franjas litorales cercanas a espacios ya urbanizados en lugar de asumir políticas de restitución costera o de atrasar inmuebles que se puedan ver afectados por la regresión de la línea de costa.

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Información adicional del litoral catalan en:

http://www.igc.cat/web/ca/costa_lvzcc.html